miércoles, 7 de noviembre de 2012

Pag 2... En ocasiones creo que a su mente llegan momentos de alegría, vividos en esas pachangas organizadas por él mismo, en las cuales no faltaba el borracho que lanzaba botella a diestra y siniestra cuando entraba en disputa con cualquier contertulio o desconocido que pisara su territorio creado dentro de esa ebriedad y locura pasajera que produce el alcohol. El Rolo era el cantinero, mesonero, el DJ de su propia miniteca, el amigo, el consejero, hasta el réferi en esas peleas sanas donde el arma principal eran los puños y una que otra botella disparada con la fuerza débil de los ebrios pachangueros.
Recuerdo el sonido aquel de la esfera golpeando el palo de bolo un juego traído desde Boyacá y el cual parecía entretenido sobre todo cuando el feliz ganador gritaba "cerveza" todo consistía en golpear el palo que permanecía delante de un tablero levantado sobre una capa de arena que permitía que la bola no rodara tanto y tomara la dirección perfecta hasta hacer una chuza campesina, sumando así un punto mas para el chico (partido de juego en el que se estipulan los puntos a conseguir). Juan Frío era un caserío entretenido y sobre todo soñaba.
Sus gentes eran tan conocidas entre si que todo difunto desocupaba el caserío cuando se asistía al entierro del querido fallecido; un extraño se reconocía en cualquier parte, hasta los niños a su corta edad sabían distinguir quien era propio o extraño. Los puntos de encuentro estaban marcados por un nombre o apodo de alguien "nos vemos en Juan Báez" "me espera donde Angarita" "lo brindo donde don polo" como hoy ponerse cita en un centro comercial o negocio famoso. Un encuentro de fútbol reunía a los mejores jugadores del corregimiento, los que hoy no olvido son: Jorge Suescún (asesinado vilmente por desconocidos). El  loco Carlos Luna, Urbano Parra, Óscar "ñoña" Parra, Iván "cuco", Pipón, Nacho y Darío Navas, Enrique "currique", El Rolo, Alfredo Coronado, Polo Prato, Pri... etc. Decía un amigo del viejo Antioquia que se había residenciado en el corregimiento, Don Leonardo, "lo recuerdo como si fuera ayer". Recuerdo cada instante de esos partidos con equipos como los "sin cinco" del gremio de zapateros de la Palmita, "los compadres"conformado por excelentes jugadores algunos habían militado en el glorioso Cúcuta. La cancha de fútbol estaba justo al lado de la escuela rural y rodeada por cactus y árboles de cují  (árbol representativo del restaurante Villa Yorley, ver mas adelante) Terminado el juego llegaban las rondas de cerveza y helados para los muchachitos que asistían como espectadores, estos heladitos caseros se empotraban en una estilla de "carruso" una especie de caña muy común en la ribera del río Táchira la cual aprovechaba Don Alfonso Manrique para ponerle a sus helados de mora, coco, guanabana o curuba no recuerdo más sabores, creo que eran los únicos.
En ocasiones al terminar estos partidos sobre todo si eran los sábados solíamos ir al rió y habían tres caminos comunes para ingresar; donde Don Urípedes Coronado, al frente de Don Jorge Suescún en el caimito o por la Hacienda San Francisco. Era nuestra piscina predilecta y aún higiénica para ese entonces...

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