miércoles, 28 de noviembre de 2012

Pag 20- El miedo, básicamente sería bueno desde el punto de vista de supervivencia y defensa, pero el miedo perpetuo y la languidez por el maltrato psicológico nos hacían victimas de la depresión y en ese confuso sometimiento, nos volvíamos cada día más vulnerables. En esas clases de historia Colombiana, de épocas de colonización,  recuerdo que la palabra sometimiento, represión, dominio de parte de los españoles me producía indignación, no entendía como personas que no eran de esta patria aplicaban leyes y maltrataban a sus semejantes solo porque les veían como simples lacayos o indígenas. Pero hoy no logro entender como nuestro pueblo escribe la misma historia de sometimiento hacia su mismo pueblo, sería triste en unos años ver en los libros de historia del país como grupos de izquierda y ultraderecha repitieron la historia gris de la colonización masacrando a un pueblo que no tenía la culpa, ¿que buscaban, que querían, que ideales se forjaron estos hijos de Colombia? y en base a qué desmoronaban los verdaderos ideales del pueblo?
Acá sucedió lo del cuento de la culebra y la luciérnaga, este insecto que sin pertenecer a su cadena alimenticia fue perseguido noche y día, tan solo porque brillaba. VILLA DEL ROSARIO ha sido tierra de infinitas riquezas culturales, acá se contribuyó a la liberación de nuestra patria, acá el General Santander hijo de esta villa, se inspiró escribiendo y decretando las leyes de nuestra patria; somos la frontera mas dinámica de Colombia y con mejor proyección. Ese brillo, llamó la atención y hoy en día se nos persigue, se nos somete, se nos atemoriza y se nos cercena cada sueño y cada deseo de surgir, se apoderan de esa voluntad trabajadora y en su vil envidia aprovechan nuestro potencial en beneficio de sus intenciones egoístas.
Donde están nuestros gobernantes, que proyectos intentan incluir estas eminencias en beneficio de nuestro pueblo, que oportunidades se les brinda a tantos colombianos, que por el hecho de vivir en una zona roja se les niega un crédito bancario, se les niega la libertad de exigir lo que les pertenece y aún peor nos niegan la oportunidad de seguir construyendo la verdadera historia que merece este país.
Nos han olvidado, nos han dejado a merced de la violencia y somos foco de noticias delictivas que manchan  la imagen de un pueblo libre de pecado. Muchas veces he sentido ese miedo que contrasta con la misma sangre que inyectaron nuestros padres y corre como un río lleno de fuerza arrastrando fantasmas creados en la mente, me exijo a mi mismo esa fuerza y aún bajo amenaza grito mi deseo de libertad en un país donde en su escudo reza una frase o lema, que no la siento, Libertad y Orden. "La libertad mas que un estado es un derecho que lo faculta a uno a exigirlo aun en las peores circunstancias" (Isayo).

viernes, 23 de noviembre de 2012

Pag 19- Había un contraste de ideas y de conciencia entre ellos y nosotros; ellos se desconocían a si mismos como humanos, no sabían su función real como personas con raciocinio, no se querían así mismos, mucho menos llegarían a querer a los demás, eran calculadores, fríos, inflexibles, austeros. Recuerdo que festejaban cada vez que lograban sus cometidos, había whisky o aguardiente antioqueño en las mesas, esperando ser consumidos, mujeres y derroche. Se hacían disparos al aire, se imponía la voz ronca de los cañones y cada vez mas, se silenciaba las de los propios habitantes. Juan Frío poco a poco fue olvidando la alegría de otras épocas  y fue cayendo en el juego de creer que todo era normal allí. Los niños ya no se les veía con un balón, sino que amarraban en sus juegos a otros niños, parecían copiar y querer hacer lo que nadie repudiaba, en sus conciencias inocentes entendían que si eso no se reprobaba era porque estaba bien; daba miedo imaginar que en épocas futuras estos chicos podrían cometer los mismos errores.
La ausencia de estado, la carencia de oportunidades, la mala educación y la injerencia de estos grupos pronosticaban una debacle incalculada. Todo quedaba en manos de Dios, que todo lo puede; era triste ver como niñas de apenas 12 y 13 años andaban con esos personajes y lo mas triste era verles usar sus mismas palabras, carentes de educación, soeces, ofensivas y con un alto grado de agresividad. Amenazaban profesores, compañeras, vecinos y hasta a sus propios padres, creo que allí no había necesidad de mirar hacia atrás para convertirse en sal, Sodoma y Gomorra eran tan parecidas a la realidad que afrontaba Juan Frío. En una ocasión uno de estos, con el alias de "Gonzalo", enamorado de una chica y envuelto en odio porque esta no le correspondía como el quería, asesinó a sangre fría tanto a la chica  como a sus dos hermanas menores, una de ellas de doce años y a su madre que reposaba en una mecedora la cena de esa tarde.
Los únicos amos y señores eran ellos, los únicos que podían cuestionar, que podían decidir quien seguía disfrutando de la vida o quien tendría que perderla, eran la ley y el desorden de ese pueblito abandonado.
Juan Frío ya no tenía suerte, todo estaba en contra suya, las noticias la hundían cada día mas, los homicidios cometidos en otras partes eran achacados a Juan Frío, era el referente del patíbulo impuesto por los "paracos" se nombraba y ya se sabía que era sinónimo de amenaza y muerte. Decir "lo subimos a Juan Frío", era entender, que si no se acataba las ordenes sería ejecutado. Juan Frío figuraba como zona roja  por ende, ningún banco o entidad crediticia asignaba prestamos para los lugareños, quien podría creer en un corregimiento cercado y custodiado por la violencia y sin ningún funcionario público diligenciando algún proyecto que lo sacara de semejante abisal. Entendí que todo en la vida es igual, desde el hogar donde no se valora humanamente al hermano y cuando sufre algún traspiés les caemos encima para aumentar su dolor, esto le sucedía a nuestro pueblo, "al caído caerle" y a punta de plomo y abandono, fuimos cayendo hasta vernos de nuevo en la miseria, vernos de nuevo frente a la desventura pero con un ingrediente mas dañino, el miedo y el desaliento.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Pag 18-  Me sentaba sobre una azotea por las tardes y parte de la noche, veía como al occidente, se ocultaba el sol en medio de esos arreboles ensangrentados, parecía estar el cielo tan herido como su tierra, un hilo de luz caía lánguida sobre unos estoraques arcillosos al final del campo aquel. La noche llegaba de sorpresa y silenciosa; en medio de la oscuridad se veían los fusiles pasar asomando sus cañones y esa imagen borrosa que erizaba la piel. Los perros que en otras épocas ladraban a cuanto por allí pasara, creería yo que habían adoptado el miedo de sus amos y preferían corretear garzas grises o gatos desprevenidos.
¿Qué habíamos perdido? ¿El valor acaso? o habíamos aprendido amar la vida en medio de la guerra. Aprendimos a ver y callar como si nada allí pasara, si nos insultaban aprendimos, con algo de esfuerzo, a aceptarlos. Llegaba el  día con un nuevo titular en una página, Juan Frío de nuevo, asesino, sanguinario, despiadado, cómplice de todo, tan frío como su nombre. Hubieron días que el sol por allí no pasó y sus días fueron tan oscuros como la noche, allí apagaron cientos de miradas de sus victimas como soplando llamas de alguna vela derretida.
Recuerdo un día de navidad, habían instalado un arco con guirnaldas justo en donde se estacionaban los autos de transporte público. Ese día quien fuera el comandante del grupo recibió varios impacto de bala de su misma gente, también murieron chelín y Jhon, dos infortunados taxistas que lo acompañaron a la cita con la muerte, diferencias de carácter militar llevaron a planear su muerte. En el arco desteñido y sin gracia quedaron sesos esparcidos, sus cuerpos fueron llevados en el mismo taxi y quemados en una basta zona llamada agua sucia. Richard, un exmilitar, sería asesinado para que Johan tomara el mando, los dos se les conocía solo con estos alias. Uno se preguntaba que garantizaba nuestras vidas si ellos mismos se eliminaban entre si; al siguiente comandante jamás le miré a sus ojos, era bastante joven y se le veía ansioso de mostrar protagonismo en la zona a cuesta de lo que fuera, quería mostrar que era el jefe y que no le pasaría lo mismo del anterior. Solo duro un año tal vez presintiendo la misma suerte de "Richard" escapó de la zona y jamás volví a saber de él, creo que hizo bien en escaparse ya que no era del agrado de varios subalternos.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Los muros de la infamia

 Pag 17-
El olor a muerte, y luego esos cuerpos hechos cenizas, son cosas tan aterradoras que jamás olvido, su olor traspasa cualquier cosa inimaginable, era un olor de soledad, un olor de amargura, las llantas de los autos mezclado con la carne quemada invadía los pulmones y se quedaba allí por meses, uno quería vomitar un millón de veces y sacar de adentro tanta tristeza. El viejo trapiche, ese de olor a miel de caña, el que en su casita había varias veraneras florecidas tan solo era un descuartizadero, y se habían cambiado los días de molienda panelera por molienda humana; hasta donde el odio puede llegar, hasta donde puede el ser humano ensañarse con sus propios hermanos, seres nacidos en esta que llamamos nuestra patria y a la que herimos cada día aún más. Se dio la orden de desaparecer todo cuerpo para borrar evidencias y así se hizo, desaparecieron tantas evidencias que aún hoy no se sabe quienes fueron las víctimas ni cuantas en total, muchas familias aún lloran la pérdida de sus seres queridos. Cuantos de estos desventurados, eran trabajadores inocentes, la razón de su muerte podría ser desde no compartir la misma ideología psicópata, negarse a colaborar, estar por desdicha sentado en alguna esquina y haber sido confundido, o ser enemigo de los sapos que dieron dedo sin importar quien los lloraría. El Táchira se teñía de negro cada vez que las cenizas se mezclaban con su bendita agua, el mismo callejón por donde circulaba el agua, que provenía del canal que impulsaba esa enorme rueda del molino de la caña de azúcar,  por ese mismo callejón bajaba la mezcla de agua y barbarie, mezcla de vida y muerte. El bagazo que en otras épocas fue el combustible de las calderas del trapiche, fue remplazado por llantas que al quemarse, su humo era tan negro como el corazón de los victimarios, allí se quemaron sueños, ilusiones, luchas, y dejaron huérfanos, viudas, y madres sumidas en el desconsuelo.
Cuando pasábamos la línea, que divide a Peracal de Juan García , se sentía el aire pesado y un ambiente de tristeza, ni la belleza de su naturaleza era capaz de ocultar tanto salvajismo, tanta crueldad. En las tardes el sonido del río parecía traer el eco de sus gritos, pidiendo clemencia y perdón. Hoy el río que fue testigo del odio pareciera querer llevarse y borrar ese mal recuerdo, ya casi llega a las ruinas del trapiche, arcos y columnas de ladrillo que se alzan silenciosas como símbolo de la fiereza de las mal llamadas limpiezas sociales de nuestra Villa.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Pag 16- Me pregunto como fuera Juan Frío si no hubiese pasado esta locura, si además de eso, sus gobernantes hubiesen tenido un poquito de agradecimiento por una vereda hecha a pulso, si no se le hubiese abandonado tanto y encima de tantas cosas no se le hubiese robado su festival. Por que tanto odio con Juan Frío, ¿sería culpable de haber sido escogido como el paredón de la infamia por gente que jamás nació ahí? ¿ con abandonar al caserío y atacarlo, estaría atacando a los que lo dañaron? No queridos amigos, unos son los que llegan, matan, torturan y se van sin importarles nada y otros los que sufren, acá no solo nos asesinaron gente, nos asesinaron sueños y no solo el daño nos lo hizo los asesinos que día a día ponían a Juan Frío en la palestra y el escarnio público, sino de todos aquellos que tristemente elegimos como servidores públicos y solo vienen a buscar fortuna, a herir mas al municipio, a meter el dedo en la llaga que sufre, para acabarlo de hundir, eso es lo que mas duele que su misma gente lo lleve al borde del abismo y luego le de una zancadilla para lanzarlo al olvido. Quiero gente de mi villa se pregunten ¿Existe cultivos de uva en el municipio? ¿ La uva nos a llevado a ser reconocidos nacionalmente como lo fue la piscicultura? ¿El cultivo de uva financia el festival? ¿De dónde salen los gastos de su realización? ¿Será de semejante gestor, del bolsillo de el que en su "extraordinaria inteligencia" deseó crear una playa donde no hay océano? Amigos, el Festival de La Cachama se financiaba a si mismo, era autodidacta y autosuficiente, acá no vino nadie a decirnos que hacer ni como, nos lo inventamos y éramos capaces de sacarle adelante sin gastar plata del municipio.
En ocasiones cuando nosotros, los del pueblo, los que realmente les debería doler lo que pasa, desconocemos la intención malévola de sus dirigentes, terminamos apoyando situaciones igual de dañinas como la misma masacre de sus gentes. Después de semejante tragedia, se creía que allí se asesinaba gente por decisión de Juan Frío, se rumoreaba que en los restaurantes se amarraba y torturaba gente, que toda persona que fuera a deleitar un plato vomitaría la vida allí y caería en desgracia propia perdiéndola de un solo balazo. Pues aunque parezca mentiras jamás conocí de algún cliente que hubiese muerto allí, la mayoría de sus victimas las trajeron de otras localidades, enviadas por otros comandantes sanguinarios, allí aunque parezca ilógico, jamás atentaron directamente con la actividad económica y de alguna manera le respetaron esa lucha. Los asesinatos los cometieron en sus afueras, en algunas trochas y caminos. Por ejemplo "El Trapiche" donde se torturó, asesinó y transformaron como un improvisado Auschwitz, quedaba en Juan García en las afueras de Juan Frío; pero siempre, cada asesinato que se cometiera en cualquier parte de esa basta y vieja carretera, tendría que ser reseñada como en Juan Frío, pues era la única parte que se distinguía y seria como el punto de referencia para que los lectores tuvieran idea donde mas o menos se cometían los hechos. Obvio no había forma de defendernos ante lo que decía la prensa, pues allí en Juan Frío estaban instalados los que cometían todas estas locuras, mentes demenciales que llenaron de sangre esta tierra tan productiva. Era difícil salir al público y decir que allí no pasaba nada ¿Nada? era la segunda Alemania nazi, tan asesina como la del führer Alemán y tan inexorable como sus campos de concentración. En las afueras de Juan Frío torturaron, descuartizaron y peor aún incineraron cuerpos hasta reducirlos a ceniza.

Pleonasmo: Alcaldes mentirosos


Pag 15- En ese año 2001 Juan Frío soportaba la peor de las crisis, ¿cuál cliente se acercaría a uno de los lugares mas peligrosos del departamento?, día a día ocupaba las páginas de los periódicos locales y sus titulares eran bastante amarillistas, titulares que nos hacía mas que daño. No conocí un inicio de página que resaltara que en un corregimiento trabajador pasaban esa cosas como para desligar de alguna manera el accionar violento impropio de sus gentes, parecía que todo Juan Frío fuese asesino y despiadado, que si alguien iba a los restaurantes sería rebanado como una cachama, sería picado y sometido a la mas cruda barbarie. Lo mas triste era que el caserío era abandonado hasta por su propia administración, como una hiena de frío corazón abandonaba al que lo había enorgullecido con su empeño luchador, el que le había devuelto el turismo y para ella ya Juan Frío no valía nada; se me hace la idea que como en la metamorfosis de Franz Kafka Juan Frío estaba sumido, por su condición, en esa sociedad autoritaria y burócrata que distingue a los gobiernos insensibles, y que llevan tristemente al pueblo al aislamiento y el olvido. Gregorio Samsa era Juan Frío, después que gastó su sueldo, levantando una imagen, y ahora sumido en la soledad, se le dejaba con una caparazón mas pesada que el del mismo escarabajo de la novela; recuerdo que mientras se hacía lo imposible por realizar de nuevo el festival de la cachama, la administración efectuaba para la misma fecha un evento deslucido con el fin de arruinar por completo ese sueño. En esa ocasión la administración quedó con un palmo de narices, se haría en Juan Frío el mejor festival realizado y su fiesta sucia quedaría aguada hasta tal punto de pedir sin vergüenza que desde los micrófonos de nuestro festival avisáramos que ellos la realizarían una semana después. Juan Frío estuvo a punto de reventar, colapsó su principal avenida, se vendieron miles de cachamas y le regresamos la imagen a un caserío luchador y lo mejor, producto de su mismo esfuerzo sin el apoyo de nadie mas que el de su caserío y por supuesto el de los hábiles organizadores. Fueron seis meses de ardua labor por todo el departamento, limpiando la imagen e invitando a todos los que estaban involucrados de buena forma a la piscicultura; llegaron carrozas del Zulia, San Cayetano, Sardinata, El Puerto, La Y, Ragonvalia, Palogordo, La Uchema menos de la alcaldía del mismo municipio; dos canales regionales apoyaron la causa con propagandas gratis y el mas prestigioso periódico regional nos daba la mano mostrando la cara amable de Juan Frío. Lo que parecía imposible se había logrado, revivíamos un festival sin la ayuda de su propia administración municipal y lo hacíamos grande con el solo esfuerzo de su gente, los que valoran  realmente lo que se tiene y le es suyo. El éxito alcanzado en este festival disparó de nuevo las ventas en los restaurantes quienes regresaron para quedarse de nuevo y seguir deleitando a propios y extraños con lo que ellos mismos crearon y fortalecieron con su propio esfuerzo.
Años mas tarde la mente obstinada e insensible de sus gobernantes creó el absurdo Festival de la Uva con el solo fin de lograr hundir de nuevo a Juan Frío, la gente de la villa no percibió esto y hoy asiste sin saber que si esta mente hubiese sido designado alcalde de Medellín hasta intentaría quitar el Festival de las Flores y crearía uno igual de absurdo como el creado acá para beneficio propio, esto no es mas que el resultado de la ignorancia, madre del egoísmo, y el de no tener sentido de pertenencia, pues nada le pertenece a un ser que no valora este pueblo ya que es de otra región y solo busca beneficio propio. Su egoísmo ha marchitado un sueño y ha creado la fiesta mas ilógica, ya que la uva ni se produce ni le ha dado al municipio la imagen cultural y turística que le han traído la cachama y la mojarra, que crecen en los estanques alimentados por las aguas del Río Táchira y sostenidos con el amor de la gente de Juan Frío.
 En la siguiente pagina anexo, el compromiso de la anterior alcaldesa, quien luego de elegida jamás cumplió con su palabra, y siguió apoyando en cambio al irracional festival de la uva, en un mandato que tuvo mas pena que gloria.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Pag 14- Leía  cómo  Maquiavelo nos enseñaba, por haberlo vivido él mismo, cómo siempre será posible, aún en las peores circunstancias, hacer de la sociedad de los grandes espíritus nuestro reino interior; un reino en el que somos invulnerables a todo lo que por el exterior pueda afectarnos, a los casos de fortuna o a la perversidad de los hombres. "Cuando somos dueños de nuestras propias convicciones y aún afectados por lo que trágicamente sucede a nuestro lado, tenemos la capacidad de mantenernos firmes en lo moral y religioso, podemos decir que seguirá existiendo una luz de esperanza mas allá de la barbarie. Cuantos hombres y mujeres perdieron esa luz cuando se vieron, sin darse cuenta, caminando junto a quienes creyeron equivocadamente, que en la búsqueda del poder el fin justifica los medios. Como fuera Colombia sin esta guerra carente de sentido,  donde nos matamos sin piedad en busca de poder. La palabra que Dios puso en nuestras bocas para alabarlo y pedirle amor se enmudece ante los que llenos de odio olvidaron quien les creó y bajo que ley.  Las manos que algún día edificaron iglesias hoy  jalan del gatillo creyéndose dueños  de la vida de otros y solo dejan en sus cuerpos el frío desenlace de la muerte. 
Juan Frío debía levantarse cada día en medio de esa sociedad vulnerada , ese octubre del 2001 perdía de nuevo uno de sus hijos. Helí Prato se levantaba temprano con su Chevrolet Apache, todos los días transportaba vendedores de hortaliza hacia el mercado de San Antonio del vecino país y de regreso traía víveres para abastos de la villa. Fui su amigo muchos años y nunca le conocí otra cosa mas que trabajar para su bienestar y el de su familia, un día de octubre las balas volvían a dejar de luto al caserío. Helí el de la sonrisa contagiosa, el que desde muy temprano recorría su pueblo en medio de la música de su auto bullicioso ya no estaba mas.
Aún así Juan Frío se levantaba temprano a sus rutinas diarias, tenía que parecer como si no existiera el dolor ni importara lo que sucedía, como si estuvieran de acuerdo con todo lo que allí pasara. La opresión sería el yugo mas pesado que se llevaba a cuestas, el silencio y el ahogo de sus lágrimas parecían cien cantaras sobre el pecho y la privación de libertad nos regresaba a épocas de colonia. Mas de 50 años en medio de la guerra con la subversión y ahora la salida que encontraron muchos, acabarían con la lánguida idea de un sueño de paz. Estábamos en guerra mas que nunca y lo mas triste una guerra autodestructiva, hermanos de raza y patria, ya no luchábamos con españoles colonizadores sino nos estábamos matando y destruyendo a si mismos, y si había un ganador quien ganaba y que ganaba, cual era el merito de esta guerra; hoy por hoy solo veo destrucción y soledad, madres desconsoladas buscando a sus hijos desaparecidos y huérfanos desorientados caminando aún en la incertidumbre. Vale la pena el uno "disque" luchando por el pueblo y el otro que lo acusa, vale la pena matar nueve inocentes tras un culpable y cuantos  amenazados mas. Cuanto diera para que entendiéramos que este país es hermoso, que nos dieron ese regalo natural de su geografía fantástica, paisajes, ríos, fauna y no la disfrutamos enfundados en una guerra absurda. Miles de seres humanos mueren de hambre en el mundo y aún así hasta el final de sus días son humanos servidores, acá sobra la comida y morimos peleando sin motivos, distanciados, insensibles y vengativos. 
Se me viene a la cabeza que de niños nos untábamos un jarabe rojo simulando estar heridos, sobre un puente, Fidel Parra se acostaba y en medio de la noche cuando todo estaba en calma espantábamos los que por allí pasaran, quien creyera que años después veríamos la misma escena pero real y ya no  asustaría tanto pues sería el pan diario,  y como lo que pasa día a día se vuelve tan común, yo diría tristemente  hasta casi al punto de parecer normal.

martes, 13 de noviembre de 2012

Pag 13- Juan Frío quedaba en medio del miedo y el dolor, la incertidumbre no dejaba dormir y esas letras mal escritas de "fuera sapos hijo de putas" "rodarán cabezas" "AUC presente" en las paredes de las casas dejaban a la vista la sentencia a quienes de algún modo habrían colaborado para la guerrilla. Al siguiente día se sabía  algunos  habían abandonado el caserío, no sé si por simple miedo o ese sentimiento de culpabilidad, les hacía entender que serían las próximas víctimas, solo en sus mentes existe la respuesta. La gente que allí quedó en medio de esa intranquilidad, le asaltaba la esperanza de que no serían víctimas pues nada tenían que ver con lo que ellos buscaban. Pero para mi adentro reinaba la desconfianza, en toda guerra por muy selectiva que sea siempre termina dando muerte a inocentes que nada tienen que ver con el conflicto, es una triste realidad pero hace parte del negro juego de la guerra. El pueblo estaba advertido, nadie podía ser sapo, guerrillero, vicioso, ladrón, violador, porque serian castigados, asesinados y picados si era necesario; aún así ninguno mas abandonó el caserío, tal vez por su lógica inocencia.
En el caserío circulaban carros sin sus respectivas matrículas o placas, motos de alto cilindraje que no eran del pueblo, hombres armados y con uniformes de uso privativo de las fuerzas militares. Hombres que en sus rostros se dibujaba el odio, de miradas perdidas y desconfianza a flor de piel, no sabían que lo que quedaba era mas que un pueblo sano. 
Al siguiente domingo de la masacre un desprevenido cliente que ignoraba lo sucedido, por ser del vecino país, arrimó a uno de los restaurantes pero la extraña soledad lo obligó casi que a tragarse entero la cachama y salir de allí lo mas rápido posible. Durante casi un largo año los restaurantes cerraron por la soledad que les embargaba y decidieron abrir sucursales mas cerca a la ciudad, sin ninguna ganancia solo para mantener viva la esperanza de volver activos a su pueblo. En Juan Frío reinaba la soledad, ahora su calle mas polvorienta que nunca dejaba una estela de polvo a lo largo del pueblo cada vez que esos carros y motos recorrían el caserío subiendo víctimas de otras partes. Quien lo creyera lo que en otras épocas era corredor turístico ahora era el de la muerte, efectivamente ladronzuelos, viciosos, "sapos", violadores eran ejecutados pero cuantos inocentes cayeron sentenciados por otros que señalaban a diestra y siniestra en ocasiones por rencillas anteriores o simple sospecha. Muchos de los asesinos desconocían la verdad, solo cumplían órdenes o también serían ejecutados; la prensa local hacía su agosto vendiendo como pan caliente sus ediciones, todos querían saber quien había sido el infortunado, si era conocido o no y bajo que culpabilidad habría perdido la vida. Los vendedores que nunca antes iban al caserío pasaban gritando los titulares de ese día, lo que para uno era tragedia otros la aprovechaban para rebuscar ingresos en una ciudad sin oportunidades económicas.  Las funerarias contrataban carpinteros para producir los cajones fúnebres y así satisfacer la demanda, que por esos días aumentaba en gran delirio.
Cien mil pesos pagaban las funerarias al primero que avisara donde estaba el infortunado, eran como gallinazos en busca de carroña, ya los olían a distancias o sabían donde eran los patíbulos, los paredones improvisados para "ajusticiar" si se puede dar este nombre, donde eran torturados y finalmente ejecutados sin derecho a pedir clemencia, sus corazones inexorables, si pudiéramos pensar que algo de corazón existiera, marchitaban de un tajo la vida de quienes allí por desgracia fuesen llevados.
El eco de las balas se perdía entre el sonido de la vida natural del río Táchira, testigo silencioso que hoy arremete contra ese sitio como queriéndose llevar ese trágico recuerdo. Por sus aguas benditas bajaron en mas de una ocasión cuerpos putrefactos sin destino.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Pag 12- "Masacre en Juan Frío" titularían las páginas de la prensa local y noticieros nacionales, título que jamás antes había comprometido a nuestra Villa. Un veinticuatro de septiembre me encontraba reunido con mi familia, esa mañana había hecho campaña a la aspiración del consejo de Villa del Rosario en el barrio Gran Colombia de esa localidad rosariense, me había sentido algo cansado y decidí dejar para el siguiente día un compromiso con mi compañero de fórmula, debíamos pegar mas carteles políticos en Juan Frío, decisión que me ausentó de la primer masacre registrada en ese caserío. El reloj marcaba las dos y cincuenta ocho minutos de la tarde cuando recibí una llamada, me avisaban que hombres fuertemente armados  habían ingresado a Juan Frío y en medio de la confusión y el miedo de su gente habrían asesinado a seis personas dejándolos tirados en la basta carretera de ese corregimiento. Los restaurantes estaban llenos de clientes, era un domingo como cualquier otro, soleado y con esa brisa muy particular de Juan Frío que arranca humedad del río Táchira y la esparce refrescando un poco su ambiente cálido. Ese día se efectuarían unos partidos de microfútbol en la cancha que se encuentra al frente de la vieja escuela rural, habían sido pactados para horas de la tarde, ninguno había advertido en sus mentes ni imaginaba que se encontrarían con la escena de terror que marcaría el comienzo de la debacle de un caserío luchador y que siempre soñaba, siempre soñaba.
Julio César Vásquez (el guajiro), (guañuz) un habitante de contextura delgada y corta estatura al que nunca conocí su nombre, William Palencia, Carlos Julio García y Nohora Delgado (esposos) y Javier Antonio Gómez Delgado a quien de cariño le llamábamos (mono); cinco de ellos fueron sacados de sus casas y asesinados; a Javier lo asesinaron en un retén instalado en  la escuela rural cuando se movilizaban en su vehículo  frente a sus dos hijos pequeños y su esposa, sacado al azar de una hilera de gente que había sido detenida y en la cual un encapuchado no habría encontrado a ninguno de los que tenían en lista para asesinar pero la orden era atemorizar al pueblo y como cosas del destino, aveces cruel, a Javier lo eligió la muerte y su victimario en un acto demencial lo remató insultándolo porque aún en el suelo polvoriento, su sonrisa no se apagaba y sus ojos aún abiertos se resistían a perder de vista sus dos pequeños hijos. Javier era oriundo de la Villa, jamás había residido en Juan Frío pero contagiado por el ambiente futbolero y ligado a una familia que había instalado un restaurante en esas inmediaciones, decidió en un día de descanso llevar a su familia al corregimiento de paseo. Era un joven de contextura gruesa, ojos grandes y una sonrisa inocente que se destacaba y le hacía amigable, aún me queda la imagen de ese ser amoroso con sus hijos y de una gracia única, de escandalosa carcajada y espíritu de niño.
Del resto de victimas solo recuerdo bien a William, también joven y dueño de un temperamento fuerte pero que solo utilizaba cuando se le enojaba. Era conductor de uno de los carros que servían de transporte público del caserío, se le recuerda por su atención siempre educada y enérgica, jamás dejaba que sus pasajeros hicieran el menor esfuerzo con sus paquetes, detenía el carro se bajaba y aunque fueran bultos de mas de cincuenta kilos los subía sin ayuda. Estaba dispuesto las veinticuatro horas para servirle a su gente.
De julio (el guajiro) solo recuerdo su gruesa contextura y voz fuerte, habíamos hablado un par de veces, era apolítico y vivía en común desacuerdo con la administración municipal, se me viene el recuerdo algo gracioso que un día en una reunión en la casa de cultura de Villa del Rosario él se levantó al preguntársele su nombre y ocupación al cual contesto "me llamo el guajiro sin decir nombre y me ocupo de limpiar los huevos cagados de mi granja para que ustedes en sus casas se los coman sin algún día recibir sus gracias" se enmudeció un rato el salón y luego llovieron aplausos de los que siempre reclamaron mas ayuda para el campo.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Pag 11- Se desdibujaba mi mente, atrás quedaban esas caminatas pueblo arriba y pueblo abajo, ese paisaje natural y la admirable fortaleza de sus gentes. La pintura llena de matices de los atardeceres cayendo entre arreboles, y ese hilo de luz que alumbraba los caminos entre surco y surco por donde pasaban decenas de cultivadores de hortaliza, se iban quedando en mi memoria como queriéndose guardar por siempre y para siempre. Los riachuelos imaginarios empezaban a secarse, ya no habían varas de carruso enterradas en el lodo con sus anzuelos hambrientos de peces. Me daban vuelta por mi mente, los sitios que recorría cada día
y cada noche con amigos de mi infancia, la Polonia era una de ellas, con un cimiento de piedra entretejida por mas de cien metros, dividía al caimito de pueblo nuevo. Atrás iban quedando las composiciones musicales jocosas de Juan Ferrer y sus amigos, dedicadas a cuanta persona que por allí pasara, tan solo quedaba ese eco bullicioso de sus risas.
Cuatro asesinatos mas anunciaban la triste realidad, Alfredo el hijo de pacho, Pedro, medio hermano de Jorge Suescún, Juan Gélvez a quien le llamaban "tranquilo" y uno que apodaban "tabaquito". A pesar que los restaurantes seguían atrayendo clientes, reinaba la incertidumbre en el caserío. Era difícil hablar del tema , se desconocía quien de allí estaba involucrado en los homicidios y se escuchaban amenazas a quien quisiera averiguarlas. La ley del silencio se arraigaba mas a el afán por sobrevivir y nos condenaba a convivir con el temor.
Yo presentía que esa actitud traería peores consecuencias, Juan Frío ya había activado el principio de la ley de la mecánica de Newton, acción y reacción. Estábamos próximos a una nueva elección y ya se veían en los postes de la luz los papelillos de algún candidato político, yo me encontraba junto con otro líder en uno de ellos, buscábamos llegar al honorable consejo de la villa, quizás desde allí podríamos calmar los ánimos gestionando los proyectos que mejoraran el modo de vida de este caserío o por lo menos disminuyeran  las necesidades. En mi cabeza estaba el recuerdo de la incineración de los votos por parte de la guerrilla en la anterior elección, había un ambiente pesado sobre la atmósfera política.
Una imagen que no olvido hoy era la de Gerson Agudelo, escribiendo sobre un costado de la casa de María Coronado un acróstico o pequeño poema de su autoría, años mas tarde sería asesinado.
Era un mes de septiembre del año 2000, Juan Frío vivía el contraste de lo que estaba sucediendo  y el progreso de sus restaurantes que con mucho esfuerzo seguían dando lucha y se mantenían aún en el tope de sus ventas. Villa Yorley, El Cachamón, Piscis, Sede Recreacional del Instituto Nariño, Restaurante Juan Frío y El Rancho del Gordo eran la cara amable que aparecía en las páginas de los periódicos después de cada hecho delictivo que sucedía en ese municipio.
Pero Juan Frío no estaba preparado para enfrentar la peor crisis de orden público registrada en el país no estaba preparada para la reacción a esos hechos anteriores que despertaron el peor accionar delictivo de ese municipio y de todo el país, no estaba preparada para vivir las épocas de la Alemania nazi y sus métodos de exterminio masivo, sería como un auswitch colombiano e igual de brutal. La reacción vendría mas aguda, mas infame y macabra, mas sedienta de sangre y mas duradera; dejaría a Juan Frío tambaleante y al borde del holocausto, se incinerarían por siempre los sueños y apagarían la luz de la esperanza, desde ese día Juan Frío estaría mas sola y abandonada que nunca antes; habría llegado así el arreciar de una cruda y anunciada pesadilla.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Pag 10- Surgía en Juan Frío la idea de hacer un festival autóctono que de nuevo mostrara al departamento lo que realmente era su pueblo, idea que se llevo a cabo con la creación del primer Festival de la Cachama, Plumas y Hortaliza uniendo así los tres gremios mas relevantes y que habían dado la imagen buena de ese caserío. Este se llevo a cabo en la Bagatela, casa histórica ubicada frente a la casa del General Santander y que llevaba el nombre de la primer imprenta colombiana en los años de la gloriosa independencia. El evento lo organizó Juan Daniel Jacumar orientado por los piscicultores en cabeza del señor Isauro Navas fundador de este gremio, fue todo un éxito, ocupó de nuevo páginas en los periódicos locales y se restableció la imagen deseada por sus organizadores. Un pueblo que jamás renuncia sus sueños no muere ni se deja dominar por la adversidad. Realmente fue la única vez que un funcionario de la administración municipal apoyaba este acto; Juan Daniel, para esa época era el director de cultura y turismo del municipio, lugar que ocupaba debido a su amor por el arte y la pintura.
Juan Frío de nuevo tomaba el curso hacia esa meta fijada, se olvidaban los hechos anteriores que habían opacado el cielo rosariense y habían querido cercenar un sueño. Se tomaban las riendas de nuevo, marchaba una ilusión y revivía una esperanza.
Los restaurantes se llenaban los fines de semana y sobraban clientes que no se lograban atender; recuerdo el parqueadero de Villa Yorley, que con capacidad para mas de cien vehículos tenía que estacionar los que sobraban en la orilla de la carretera principal, en un domingo, al que se despachaban hasta setecientos servicios; no he conocido otro restaurante en la villa con casi mil clientes haciendo fila para degustar un plato. Los otros restaurantes de menos capacidad se llenaban hasta el último rincón, era la bonanza de la cachama y la mojarra.
Acaso se creería  que de nuevo algún hecho podría arrebatarle la alegría a estos emprendedores pobladores, o algo mas bárbaro cersenaría el sueño de un pueblo, no sé, creo que solo los que en sus mentes corrían esta maquiavélica idea eran conscientes de lo que estaba por suceder.
El país se hallaba en una guerra sin tregua con los grupos subversivos, en la mayor parte del país se libraban batallas sangrientas, secuestros, extorsiones y parecía que un estado pobre económicamente no sería capaz de salir de esta oscura guerra. Se escuchaba en todos los noticieros ataques a poblaciones indefensas, secuestros masivos de policías y atentados a la infraestructura petrolera. Estábamos en medio de una guerra que no nos pertenecía, digo estábamos porque Villa del Rosario no se libró de estos atentados. La alcaldía de Villa del Rosario sufría el primer atentado y luego un camión de la policía que se encontraba recolectando pasto para sus animales de su caballería, indefensos policías sin armas, fueron bombardeados cerca del conjunto residencial Villa Hermosa, hecho que dejó varios policías mal heridos y cientos de tejas del conjunto lejos de sus techos.
Quien podría querer arriesgarse a entrar a Juan Frío si sobre esa avenida se había perpetrado el atentado. De nuevo los restaurantes tuvieron que soportar días de soledad en sus instalaciones, las ventas eran pocas y aún en los restaurantes se les pagaba sueldo a muchos empleados. ¿Habría una salida? ¿se rendiría Juan Frío? ¿qué estrategia podría emplearse? o esperaría pacientemente que sus clientes perdieran el miedo y volvieran acudir a disfrutar de sus cachamas apanadas o borrachas y sus patacones de chocheco (platanito pequeño blando y de suave textura)  y su rico pichaque de tomate, cebolla, cilantro, unas gotas de vinagre y por supuesto ají picante.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Pag 9- A quien realmente culparíamos de esto, ¿a su gente? ¿al progreso del corregimiento? ¿al abandono del estado? serían muchas las incógnitas y pocas las respuestas, aún se pasean estas dudas por mi mente y se agotan tratando de hallar un simple indicio. En ocasiones uno mira los hechos como simples capotazos del destino y culpa a los que propiamente pecaron por ignorantes; acaso la ignorancia y el analfabetismo no nacen del abandono del estado, no justifico con esto un accionar violento de sus pueblos, solo que si hubiesen tenido mas educación quizás de otra manera habrían actuado frente a un ofrecimiento violento como única manera de exigir. Se habrían buscado otros caminos y quizás jamás alguno por infinito odio que tuviera se hubiese dejado influenciar por movimientos de izquierda o ultra derecha. Me atrevo a decir que Juan Frío jamás buscó esto, solo que sus necesidades hicieron eco y  alguien aprovecho la inconformidad para inyectar este equivocado tipo de soluciones. Aquí no había, ni aún hoy hay alcantarillado, el 90 % de sus pobladores apenas conocieron la educación básica, no existía un puesto de salud, el agua aún hoy no es potable y llega a los hogares, gracias a sus mismos pobladores que sirven de fontaneros. Nunca conocí un funcionario público indagando sobre las necesidades del caserío y solo vi mediocres candidatos  oportunistas y buitres buscando votos para sus propios intereses, después de elegidos jamás regresaron a cumplir sus promesas. Me pregunto ¿qué hace un pueblo engañado? ¿qué hace un inconforme ciudadano que hace turno en una oficina pública para ser atendido y jamás escuchan sus inquietudes? y si le agregamos que no tiene herramientas jurídicas o las desconoce, y día a día ve como sus necesidades no importan para su  "digno" candidato elegido, que ocupa un cargo gracias a los votos que consiguió valiéndose de mentiras y falsas promesas y peor aún que lo distingue un titulo de, léase bien, "servidor público" y ¿dónde está este servicio? No estoy de acuerdo tampoco con los que se dejaron influenciar, pues ni el odio ni la inconformidad deben ser excusa para actuar con violencia y mucho menos recurrir a ella como única solución, solo que con el paso de los años, escucho que el error fue solo de aquellos que pensaron que la solución era aplicar terror y por la fuerza conseguir que se les escuchara y no juzgan a quienes fallaron por negligencia y dieron pie a un accionar violento que aún hoy no cesa.
Desde ese año hasta el año 2000 la cosecha de peces creció entre esa incertidumbre y se construyeron nuevos restaurantes; uno ubicado en la sede recreacional del Instituto Nariño de propiedad del profesor Luis Cárdenas, luego El Cachamòn,  El Rancho del Gordo y creo que el de mejor infraestructura el Restaurante Juan Frío de propiedad de Teomiro Reyes. Así se completaban cinco restaurantes generadores de empleo y prestos a deleitar los paladares de muchos nortesantareanos, y de otros lugares que acudían al mejor lugar gastronómico y novedoso de la región. Quien lo diría, era el contraste de lo excelente de estos generadores de turismo y la oscura intención de otros, oscura y apocalíptica, desconocida  por los felices visitantes y por muchos del mismo caserío. En las pistas de baile aún se escuchaban canciones de los ochenta y principios del noventa de los melódicos, Roberto Antonio, Diveana, Miguel Moli, Diomedes Diaz, Natucha, Kiara y otros que habían acompañado las rumbas en esos momentos de tranquilidad de otras épocas. Un amigo me decía hace poco, "Juan Frío es anticuado" lo decía porque aún escuchaba esta música en algunos hogares, no quise contestarle a que podía deberse. Solo para mis adentros se me vino a la idea de que Juan Frío cayó en un vacío y allí alimenta el recuerdo de otras épocas como un sentimiento subconsciente donde no quisiera dejar que el tiempo pasara y hoy fuera el mismo del ayer, fantástico, melancólico, bullicioso, futbolero  y lleno de sueños, de sueños y no de pesadillas.
>Pag 8- Atrás habían quedado los momentos de tranquilidad y la incertidumbre empezaba apoderarse de sus habitantes; se me venían tantas preguntas a mi cabeza ¿quién lo hizo? ¿quién ordenó esta muerte? ¿bajo qué motivación? ¿sería venganza? ¿envidia? ¿se estaría convirtiendo en obstáculo para algunos intereses oscuros?
Jorge, recuerdo, era un joven emprendedor, de buenas costumbres, de sonrisa escandalosa y amante del fútbol; aún recuerdo que cuando fallaba una oportunidad de gol bajaba su mirada y culpaba de alguna manera algún defecto inexistente de sus guayos, pero aun así se destacaba por ser muy buen jugador. En ocasiones nos sentábamos frente a su casa y discerníamos sobre temas de política o el futuro de Juan Frío.  Hacía apenas unos meses antes de su muerte se encontraba bastante molesto, sobre como un grupo armado que nunca se autodenominó había llegado al colegio agropecuario y había amenazado al rector que para esa época era el profesor Maturana, me había comentado que tenía un indicio de que dos alumnos estarían detrás de esa amenaza pero que hasta no estar seguro no diría nada al respecto; creo este fue el detonante para sacarlo del camino, silenciarlo y dejar atrás la conducta de un hijo de ese caserío, inteligente y con un sentido de pertenencia arraigado a sus venas, inexorable conducta que sentenció su muerte. Este homicidio como miles en nuestro país quedó en la impunidad y marcó el principio de un cambio inesperado para Juan Frío. Muchos ignoran que para el año 1995 ya en este caserío se estaba asentando una célula pequeña del ELN y lamentablemente algunos lugareños en medio de su ignorancia y carentes de recursos para exigir sus necesidades dieron cabida a uno de los peores errores tomados por cualquier ser humano, la violencia y el sometimiento, no es mas que el atajo anacrónico y sin sentido que toman los que no se sienten con capacidad  intelectual y humana de exigir lo que se merecen y optan por el camino de los violentos. Sé que muchos obraron por miedo, otros por ignorantes y algunos pocos por resentimiento social y envidia.
El camino real para haber mejorado el modo de vida allí, estaba en el adoptado por Jorge, a través de peticiones al estado siguiendo las directrices y basados en el conducto regular para hacer sentir una inconformidad,  no de una persona, sino de todo un caserío; era la hora de pedirle a la administración un aporte para el que en ese momento se estaba convirtiendo en el lugar mas visitado del municipio y quien no llegaba a  pensar que en pocos años podría ser de todo el departamento. Para ese entonces se había mejorado el transporte permitiendo a una empresa prestar los servicios que cubría la ruta Cúcuta - Juan Frío evitando así el transbordo de los pasajeros que solo tenían anteriormente la posibilidad de desplazarse desde el corregimiento hasta el centro del municipio de Villa del Rosario y luego ahí tomar otro automotor incrementando el costo del pasaje al doble del que ahora ofrecía el nuevo transporte. Muchos desconocen que fue la venta de pescado la que motivó este nuevo servicio.
Habían otras maneras de exigir, pero un caserío que no estaba acostumbrado a ver personas armadas con fusiles y vistiendo prendas que eran de uso privativo de las fuerzas militares sucumbió por decirlo de alguna forma en ese estilo que lleva mas de 50 años haciéndole daño al país. No puedo imaginar nombres de quienes pudieron ser permisibles y alimentaron esta idea ya que solo me fundamento en lo que vi y fui testigo y hasta me niego a creer en muchos que fueron señalados y hoy se encuentran muertos y algunos desplazados. Creo que en gran medida después pagaron justos por pecadores idea que aún hoy llevo en mi cabeza algo aturdida después de tantos años de violencia.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Diez años despues....


Pag 7- Pasaron diez largos años, Juan Frío parecía haberse detenido en el tiempo, nada trascendental  había acontecido durante esta década en ese caserío, todo seguía tan igual como había estado antes de mi partida del pueblo. Había una generación tratando de dar algún paso pero era muy lento, algunos jóvenes que había conocido anteriormente se reunían y conversaban de fútbol y otras cosas sin mayor relevancia, solo me llamaba la atención que estos jóvenes no estaban tan de acuerdo con las instituciones del estado ni con los organismos educativos, parecía que soplaban vientos venideros de cambio. Creo que el mas inconforme era Jorge Suescún (hijo) ya adulto, contaba con educación media, y siempre había mostrado interés por la política. Intentaba exigir regalías a la empresa de cemento que usaba la vía para el transporte de la materia prima de las minas ubicadas en la Uchema y Palogordo respectivamente y que por el uso frecuente de sus volquetes, deterioraba gradualmente la carretera principal del corregimiento (jamás logro conseguirlo).
Mientras tanto Isaías Navas instruía a su hijo Isauro sobre la posibilidad de cultivar pescado en estanques y venderlos luego como una posibilidad de incursionar en algo diferente que no fuera  el cultivo de hortaliza. No se sospechaba que dicha actividad llevaría a Juan Frío a ser reconocido nacionalmente, el conocimiento de su padre y la ardua lucha de Isauro Navas que con créditos hizo realidad un sueño, levantó el que sería el primer restaurante piscícola de Norte de Santander y uno de los más concurridos del departamento, un frondoso cují era el árbol insignia y techo improvisado del ya famoso lugar gastronómico. Día a día ocupaba portadas de periódicos donde se relataba como un hombre cultivaba peces y hacia pesos .Esto hacía que por fin Juan Frío fuera visitado por personalidades políticas del departamento y también militares de alto rango. Allí en el restaurante se hacían grandes reuniones que de alguna manera beneficiaban al municipio en total no solo era Juan Frío el que era visitado y observado, era todo el municipio ya que la carretera de acceso al lugar atravesaba toda la Villa Histórica, cosa que jamás ha reconocido el municipio ni apoyó jamás al nuevo gremio (los piscicultores) . Ya Juan Frío para ese entonces no era el mismo, cientos de carros llegaban al restaurante atravesando la aún polvorienta carretera, día a día se incrementaba el inconformismo de su gente por los servicios y el abandono de la administración municipal. Exigían la pavimentación de la vía, mejor educación y servicios que garantizaran la salud y bienestar de los pobladores.
Despertaba un caserío y a su vez despertaba un interés oculto que mas tarde empezaría a darle otro rumbo a
la magnífica obra que había iniciado alguna vez un pescador de sueños y de una visión magnifica hecha realidad por Isauro Navas, Juan Frío era el centro turístico de moda miles de pescados se servían ya no solo en ese restaurante pues el gremio empezaba a crecer, Arsenio Cárdenas siguió los pasos y con su excelente competencia aportaba mas progreso para el sector.
Mientras que los piscicultores avanzaban apresuradamente en el corregimiento, algunos pobladores tenían diferencias por política y otros temas que llevaban a que se presentaran enormes conflictos. Algunas personas pasaban de la discusión verbal hasta a la amenaza de muerte. En 1995 estas amenazas empezaron a cumplirse con la muerte vil de Jorge Suescún (hijo) por motivos que aún desconozco. La romería se sentía, el corregimiento tranquilo empezaba a salirse de ese esquema. Jamás olvidaré lo que uno de los testigos presenciales del homicidio me confesó "dos chicos empuñando pistolas, gritaron antes de disparar, tome hijo de puta para que le echen tierra". Era la actitud mas cobarde y el comienzo de una pesadilla.

Pag 6 -De vez en cuando recorríamos esta ruta que para mi concepto a esa edad era muy entretenida y muy natural. Uno creía dejar Juan Frío a trecientos metros del hoy reconocido restaurante Villa Yorley que para ese entonces no era mas que un área de cactus, cují, unos arboletes llamados peracos y estoraques dando esa imagen medio desértica. Allí a esa distancia mas adentro llegaba como marcando el final una zona que llamábamos la pedregosa, nombre muy bien elegido ya que lo único que salía a la vista eran esas miles de piedras pequeñas que estaban prestas a ser utilizadas como proyectiles de alguna resortera o cauchera y la cual lanzábamos a cuanto animalito aparecía, hoy me arrepiento de haber tenido esa idea aunque tuve muy mal tino y nunca fui capaz de dar en algún blanco. Muy cerca de ahí quizás a unos quinientos metros llegábamos a un citio conocido como los arcos que era una de las maravillas que me impactaban por su arquitectura y por mantenerse intactos después de quien sabe cuantos años. Era un canal de agua construido en piedra finamente acomodadas y unidas con una mezcla de cal y arena en ocasiones me hacía la pregunta de cuantos obreros habrían trabajado en esa obra y durante cuantos años. Luego llegábamos a una granja avícola de propiedad de Don Carlos Rondón, un exmilitar creo muy firme en sus convicciones y temperamento fuerte. Al frente se encontraba una mina de carbón de propiedad de Conrado Chacón, después tuvo muchos problemas con vecinos que quisieron adueñarse y finalmente fue cerrada. Este sector se conoce con el nombre de Mira flores y es frecuentado debido a que allí se encuentra la zona de captación de agua tanto para Villa del Rosario como para el mismo Juan Frío y la cual tiene muchas dificultades cada vez que aumenta el caudal del río Táchira llevándose a su paso rocas y lodo que luego obstaculizan el servicio del preciado líquido, otra deficiencia mas de la administración municipal que nada ha podido hacer en mas de treinta años que llevo conociendo dicho problema.
A unos metros de ahí se encontraba un trapiche que administraba un señor el cual solo recuerdo su nombre
Don Antolino, tenía una casa al fondo, con unas plantas de veranera de flores color violeta y rojas que adornaban su entrada, y ese olor inconfundible de la caña de azúcar transformándose en panela, olor que se iba perdiendo a medida que avanzábamos hacia el Mesón, una especie de balneario natural que merecía habérsele construido un sitio de recreación por lo visitado cada fin de semana para refrescar los ratos de calor de la tierra cucuteña, contaba con un pozo de agua cristalina semi-estancada junto a una pared rocosa
que servían de trampolín para los visitantes. A escasos metros de allí estaba la curva del diablo que era objeto de cuentos y leyendas por parte de los habitantes de sus alrededores, seguíamos hacia agua sucia luego Casa Blanca y La Uchema, lugar donde nací y conocí mis primeras letras. Normalmente solo llegábamos a palogordo, un hermoso caserío cafetero, característico por tener caballos y bestias que trasladaban el fruto del café hacia la avenida principal para luego ser llevados hacia Cúcuta; esta cantidad de animales equinos le daban ese olor  inconfundible a la zona los fines de semana que era cuando mas se reunían cosecheros. Este recorrido desde Juan Frío se hacia en carro o un auto bus que cubría esa ruta.
Sus gentes amables compartían un café producido en esa tierra cordial y nos entretenían con cuentos de cada uno de sus ancianos, mitos que hoy ya no se escuchan y que jamás dieron tanto miedo como las noticias que ahora encabezan periódicos y canales de televisión.
Pag 5:
En Juan Frío, por ser un caserío pequeño, se distinguían y respetaban por igual, los que eran relevantes y los que no, sin ningún conflicto, allí no había hambre de poder ni gloria, cada quien tenía una función y marcaba una huella en cada paso. Eso sí, en mi memoria quedan unos que se hicieron notar mas que otros. Don Héctor Nosa, Santos Estela, Juan Sabala, Jorge Suescún (padre), Polo Agudelo, Macallado, Juan Nene, Isaías Navas, Juan Gómez (padre), Audenago Estepa, Luís (Piporote), El Turco no recuerdo su nombre, Juan de Dios, Urípides Coronado(padre), Polo Prato, Roberto Prato (padre), Fidel (chicarita), Artidoro García, Margarita Santos, Domingo Ortiz. Los llevo en mi memoria, algunos tal vez por su edad o simpatía y otros por su capacidad intelectual y dirigente, lo digo muy personalmente.
Recuerdo que se avecinaban las elecciones que luego arrojarían como ganador al entonces candidato Belisario Betancour, el lugar de votación como siempre ha sido hasta el día de hoy  la escuela del caserío y estaba marcada por el movimiento de muchos políticos de segunda que solo asomaban a hacer sus campañas y repartir simples pastelitos o sancocho queriendo comprar votos, "dádivas" que recibían muchos de los habitantes, pero conociéndolos creo que votaban siempre por el que ellos realmente apoyaban. En ese entonces se marcaba con tinta roja el dedo índice de cada elector, recuerdo que hubiese preferido que fuese azul. Ese día se fragmentaba un poquito el caserío pues existía simpatía por diferentes partidos pero era pasajero, al terminar la jornada electoral, cada quien regresaba a su casa a escuchar el primer boletín de radio y los mas cómodos los de televisión que para ese entonces no habían muchos. Al siguiente día todo transcurría normal, sin rencillas y mejor aún aceptando siempre la derrota si era el caso. Un gesto propio de cuando se tiene libertad de expresión y conformidad por lo acontecido, hecho que añoro hasta el día de hoy.
Juan Frío existía para el estado, tan solo el día de las campaña electorales, hasta ser elegidos sus candidatos pero luego seguía en su anonimato, no registraba noticias desde ningún ángulo ni deportivo, ni farandulero, ni delictivo gracias a Dios para esa época, ni histórico, pasaba desapercibido y a lo mejor en eso radicaba su tranquilidad. Como aplicando la ley de Newton, si no estoy mal, sobre el movimiento, yo aplicaría que carente este pueblo de acción no había posibilidad para la reacción; hablo de acciones tanto delictivas como políticas. A quien le importa un caserío pobre y además olvidado por el estado sin alcantarillado (triste y penosa situación que aún se vive) sin puesto de salud, sin agua potable. Aún así era un pueblo soñador y sumamente feliz.
Allí no había espacio mínimo para delincuentes, eran señalados si hubiese sido el caso. Cuando aún se respeta y se cree firmemente en el divino Creador, cualquier, por simple que parezca la falta cometida, en un término de delincuencia, produce un rechazo de magnitud, contrario a lo que pasa cuando se pierden los principios religiosos y morales y se le idolatra a los pervertidos y malvados delincuentes, esto allí para ese entonces no existía, ni creo que en alguna cabeza pasaba la más mínima idea de que llegase a suceder.
Puedo con firmeza asegurar que para ese entonces no existía en ese caserío ningún delincuente e igual creo que hoy por hoy ninguno de esos habitantes han llegado a cometer delitos relevantes.
Juan Frío contaba con una avenida de acceso a las localidades rurales de: Juan García, Agua Sucia, Casa Blanca, La Uchema, Santa Rita, La Cañada, Trincheras, ubicada en el Corregimiento de Palogordo,  Ragonvalia, Herrán y Chinácota y conectaba al final del tramo con la carretera principal vía Santander del Sur.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Pag 4- Cada día que pasaba era como una historia mas que contar, no habían límites para la imaginación. Recuerdo que Pedro Parra vendía pistolas hechas en madera que sujetaban una tapa de refresco sobre donde debería llevar el gatillo y una liga o caucho servía de detonador pues al subir la tapita con la uña del dedo pulgar salía disparada algunos metros pero para la imaginación de muchos era como disparar una pistola de alto calibre.
Una llanta de carro sin su respectivo rín y con una porción de agua enjabonada daba vida a un carro que con tan solo aplicar una leve fuerza a los dos palos que entraban en contacto con el jabón producía un deslizamiento que hacia que la llanta saliera a la velocidad que el intrépido piloto y la habilidad con la que cursara su rumbo, dieran la imagen buscada, en cada una de las mentes de aquellos chicos que simplemente soñaban. Allí no hacían falta riquezas ni grandes juguetes, estábamos dotados de la mas incansable imaginación y solíamos disfrutar del mas mínimo detalle. Un anzuelo colgado de un nailon y sujetado a una vara de carruso o caña brava nos permitían pescar en los canales de riego que como pequeños ríos tenían nombre propio, La Carilla, El Ojito, La Tapa, etc... Una mojarra o un volador o el temido chichete hacían sentir que la pesca había sido un éxito. Perfectamente explorábamos cualquier rincón de esa tierra sin el temor a ser victimas de algún peligro perpetrado por alguna persona, simplemente éramos libres en lo que nos pertenecía.
La actividad que mas admiraba era el cultivo de hortalizas por la sincronizada exactitud de sus mugas o surcos por llamarlo así y el colorido de cada una de sus plantas. Don Juan Soriano uno de los primeros cultivadores de hortaliza que conocí, llevaba a sus espaldas el yugo que sostenía sus dos cántaras cada una con veinte litros aproximadamente de agua, que sumado el peso del recipiente daban un promedio total de cincuenta y dos kilos, estas cántaras iban y venían cargadas de agua calmando la sed de las planticas endebles por el fuerte calor que abriga esta tierra fecunda. Cien viajes aproximadamente por cada turno, uno en la mañana y otro al atardecer multiplicado por cuarenta litros esto daba un promedio total de ocho mil litros por día cargados a cuestas y sin el mas mínimo cansancio, admirable simplemente admirable. Cuantas veces compramos un producto agrícola y damos gracias al supermercado desconociendo que los verdaderos seres que merecen nuestra gratitud son esos campesinos que día a día hacen de la tierra la mas noble productora de alimentos. Esta actividad cada día mas amenazada a desaparecer por la falta de apoyo de las instituciones encargadas de incentivar el campo, ve como una tradición llena de sabiduría se va perdiendo de un modo porcentual desastroso tanto para ellos como para nosotros los consumidores.
El abono empleado en esa época era gallinaza o estiércol de ganado traído tanto de la granja de Don Héctor Nosa, un comprometido con el sector avícola , o  la granja Grano de Oro en el sector de Galán y La Guerrero, una hacienda que quedaba muy cerca a la casa del General Santander la cual creo en medio de mi ignorancia hacían parte en esa época gloriosa de la mismísima casa del prócer de la independencia.
Pag 3:
Todo sucedía bajo ese cielo rosariense y enfrascado en el olor particular de la caña de azúcar cuando se humedece, árboles pequeños en los que sobresalía el "chino" un arbolito de hojas diminutas como el cují y flor color violeta muy hermosas y madera bastante combustible, ideal para esos sancocho de gallina que acompañaban una tarde de río.
Juan Frío carecía tal vez de  muchos lujos, parques, centro deportivos, colegios y de casas lujosas pero eramos felices, se disfrutaba del regalo de la vida, de la creación natural y divina "eramos grandes herederos de la riqueza que no tiene valor comparable y jamás nos podrán arrebatar,  La Fe" ella que encierra infinidad de títulos y domina cualquier flaqueza nos acompañaba cada día, cada tarde, cada noche, en si Juan Frío soñaba, soñaba...
Las clases en la escuela de Juan Frío eran como cualquier clase de las aulas de otros centros educativos de ese municipio pero había algo particular que creo no sucedía en otras escuelas. El Director para esa época era uno llamado Rodolfo de cabello crespo algo rojizo y bastante malhumorado. Recuerdo tres profesoras mas, Bersabé ya bastante anciana, la Profesora Rosa que después trasladaron y la profesora Rosmira de la cual tengo muy buenos recuerdos. Lo particular de esta escuela era que contaba con cocina, allí por turnos cada día preparábamos papas con una salsa  que consistía de tomate, cebolla de verdeo, sal y agua, esto se sofreía y se le colocaba por encima a las papas (conocida en mi pueblo como papa chorreada) y huevos hervidos con su cáscara habitual, esto se vendía en los descansos y el dinero de la venta la tomaba un compañero de aula que había sido elegido tesorero por el grupo, este dinero era para los gastos del salón como tiza, almohadillas para borrar el tablero o pizarra. Aún así con las dificultades del centro educativo siempre hubo clase y jamás conocí una huelga por inconformidad.
De los compañeros de la época recuerdo con facilidad a mi mejor amigo por ese entonces Juan Gómez, a Yolanda Guerrero, Roberto y Lacdimiro Prato hoy Grandes Amigos, Jesús Buitrago, Archila no recuerdo su nombre, Rita Parra ,  Elsa no recuerdo su apellido, Willian y Argenis Mora.
En horas de descanso jugábamos dentro de la maraña o monte que había a su alrededor y nos adentrábamos en un lugar que de niño me parecía como una casa embrujada, era el rancho viejo de una folclórica mujer mendiga y bastante pintoresca que tenia su morada cerca a una laguna natural que parecía un pantano come niños, jamás me acerque tanto y en medio del miedo llegábamos a gritarle su nombre para enojarla  y luego correr despavoridos. Ella, la Catarnica como se le conocía no era mas que una mujer pobre a la cual acompañaban una decena de perros en sus ambulantes y pedigüeños recorridos por la Villa, pedía limosna por los alrededores tanto para ella como para sus preciados canes.

Pag 2... En ocasiones creo que a su mente llegan momentos de alegría, vividos en esas pachangas organizadas por él mismo, en las cuales no faltaba el borracho que lanzaba botella a diestra y siniestra cuando entraba en disputa con cualquier contertulio o desconocido que pisara su territorio creado dentro de esa ebriedad y locura pasajera que produce el alcohol. El Rolo era el cantinero, mesonero, el DJ de su propia miniteca, el amigo, el consejero, hasta el réferi en esas peleas sanas donde el arma principal eran los puños y una que otra botella disparada con la fuerza débil de los ebrios pachangueros.
Recuerdo el sonido aquel de la esfera golpeando el palo de bolo un juego traído desde Boyacá y el cual parecía entretenido sobre todo cuando el feliz ganador gritaba "cerveza" todo consistía en golpear el palo que permanecía delante de un tablero levantado sobre una capa de arena que permitía que la bola no rodara tanto y tomara la dirección perfecta hasta hacer una chuza campesina, sumando así un punto mas para el chico (partido de juego en el que se estipulan los puntos a conseguir). Juan Frío era un caserío entretenido y sobre todo soñaba.
Sus gentes eran tan conocidas entre si que todo difunto desocupaba el caserío cuando se asistía al entierro del querido fallecido; un extraño se reconocía en cualquier parte, hasta los niños a su corta edad sabían distinguir quien era propio o extraño. Los puntos de encuentro estaban marcados por un nombre o apodo de alguien "nos vemos en Juan Báez" "me espera donde Angarita" "lo brindo donde don polo" como hoy ponerse cita en un centro comercial o negocio famoso. Un encuentro de fútbol reunía a los mejores jugadores del corregimiento, los que hoy no olvido son: Jorge Suescún (asesinado vilmente por desconocidos). El  loco Carlos Luna, Urbano Parra, Óscar "ñoña" Parra, Iván "cuco", Pipón, Nacho y Darío Navas, Enrique "currique", El Rolo, Alfredo Coronado, Polo Prato, Pri... etc. Decía un amigo del viejo Antioquia que se había residenciado en el corregimiento, Don Leonardo, "lo recuerdo como si fuera ayer". Recuerdo cada instante de esos partidos con equipos como los "sin cinco" del gremio de zapateros de la Palmita, "los compadres"conformado por excelentes jugadores algunos habían militado en el glorioso Cúcuta. La cancha de fútbol estaba justo al lado de la escuela rural y rodeada por cactus y árboles de cují  (árbol representativo del restaurante Villa Yorley, ver mas adelante) Terminado el juego llegaban las rondas de cerveza y helados para los muchachitos que asistían como espectadores, estos heladitos caseros se empotraban en una estilla de "carruso" una especie de caña muy común en la ribera del río Táchira la cual aprovechaba Don Alfonso Manrique para ponerle a sus helados de mora, coco, guanabana o curuba no recuerdo más sabores, creo que eran los únicos.
En ocasiones al terminar estos partidos sobre todo si eran los sábados solíamos ir al rió y habían tres caminos comunes para ingresar; donde Don Urípedes Coronado, al frente de Don Jorge Suescún en el caimito o por la Hacienda San Francisco. Era nuestra piscina predilecta y aún higiénica para ese entonces...

Juan Frío "Sueño y Pesadilla"

Recuerdo a Juan Frío desde 1982,un basto corregimiento de nuestra Villa Histórica a orillas del Río Táchira limítrofe con Venezuela mas exactamente con la vecindad de Llano de Jorge, Estado Táchira. Mal no recuerdo era un corregimiento pobre pero feliz, auténtico, de calles polvorientas y un transporte que hoy por hoy añoro. No olvido personajes del transporte como Don Luis Electo, Gilberto Agudelo y otros que omito por desconocer sus verdaderos nombres y que llegan a mi memoria identificados tan solo con chapas o sobrenombres y que realmente fueron personas tan gratas que no quiero transportarlos a ese mundo negro de los "alias" que hoy en día son tan comunes como "bautizar un niño". Decía; estos personajes con carros de uso privado, pero que por la ausencia de transporte público terminaron prestando uno de los mejores servicios del municipio y para los que tenemos amor por nuestro terruño quizás uno de los mejores del país. Lo digo no por el diseño vanguardista de sus coches ni por la comodidad de sus asientos, lo expreso por la calidad de su atención y por la humildad de estos servidores públicos sin sueldo, amantes de la buena palabra y el buen trato. Si mi memoria no me falla ocho pesos costaba el pasaje desde la esquina mas reconocida de la villa "Juan Báez" hasta el mamón de El Caimito de ese tristemente célebre corregimiento hortalicero (valga el término). Era un Juan Frío de sueños; por su avenida principal y caminos se veían impacientes de comida cabras y puercos, algunas gallinas criollas y pavos de hogares que jamás se preocupaban por la pérdida de estos ejemplares de sus solares, cercados por viejas cañas bravas. Era un corregimiento de costumbres sanas y respeto por lo ajeno, típico ejemplo de nosotros los que nacimos en el campo y nos educaron con la sabiduría de nuestros abuelos que carecían de títulos pero les abundaba educación moral y religiosa, la cual hoy escasea desde la periferia de los barrios  hasta  los hogares mas laureados del país y los estratos mas encopetados de la clase alta Colombiana. Juan Frío tenía para sus pobladores todos los encantos de una urbe anclada a la mas bella metrópoli, contaba con todo lo necesario para sobrevivir, para disfrutar y para adquirir conocimiento y lo mas valioso soñaba siempre soñaba. Allí no existía un mercado de verduras frescas "producía verduras" las mejores, aún hoy siguen siendo las mejores. Contaba con granjas avícolas, caña, ganado y las típicas cabras eso lo dice todo, no escaseaba el pollo, el huevo, la leche, la panela y por supuesto las hortalizas su gran arte, que fotografiadas desde el aire terminaban siendo cada una de sus surcos o mugas como pinceladas sobre el lienzo del suelo Juanfrideño. Los auto mercados no existían pero si las tienditas atendidas por ilustres personajes como Don Polo Agudelo, Don Jorge Suescún , Paulita y otros que hoy no recuerdo. Los sábados y domingos se disfrutaba de el baile, el fútbol el bolo o de tertulias improvisadas en cualquier parte del corregimiento. Quien no recuerda a Arfilio Agudelo de la pista de baile del Caimito que luego seria de Don Zabala o "golilla" como le llamaban de cariño, de Don Macallado que siempre me trajo a la cabeza como la idea de que ese nombre había sido sacado de alguna novela literaria pero conociendo que poco se leía literatura era simplemente una idea vaga mía, estos personajes hoy difuntos llevados por la divina providencia no arrebatados por la maldad, fueron auténticos personajes que merecen continuar en la memoria de cada uno de los que disfrutamos esa época . Y uno que aún lo veo en su pista de baile ya no activa pero que guarda en su establecimiento las tantas tertulias acompañadas de cerveza y bebida alcohólica económica que departieron tantos personajes de este cálido caserío, me refiero al famoso Rolo, gran amigo y excelente persona.