miércoles, 7 de noviembre de 2012

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Todo sucedía bajo ese cielo rosariense y enfrascado en el olor particular de la caña de azúcar cuando se humedece, árboles pequeños en los que sobresalía el "chino" un arbolito de hojas diminutas como el cují y flor color violeta muy hermosas y madera bastante combustible, ideal para esos sancocho de gallina que acompañaban una tarde de río.
Juan Frío carecía tal vez de  muchos lujos, parques, centro deportivos, colegios y de casas lujosas pero eramos felices, se disfrutaba del regalo de la vida, de la creación natural y divina "eramos grandes herederos de la riqueza que no tiene valor comparable y jamás nos podrán arrebatar,  La Fe" ella que encierra infinidad de títulos y domina cualquier flaqueza nos acompañaba cada día, cada tarde, cada noche, en si Juan Frío soñaba, soñaba...
Las clases en la escuela de Juan Frío eran como cualquier clase de las aulas de otros centros educativos de ese municipio pero había algo particular que creo no sucedía en otras escuelas. El Director para esa época era uno llamado Rodolfo de cabello crespo algo rojizo y bastante malhumorado. Recuerdo tres profesoras mas, Bersabé ya bastante anciana, la Profesora Rosa que después trasladaron y la profesora Rosmira de la cual tengo muy buenos recuerdos. Lo particular de esta escuela era que contaba con cocina, allí por turnos cada día preparábamos papas con una salsa  que consistía de tomate, cebolla de verdeo, sal y agua, esto se sofreía y se le colocaba por encima a las papas (conocida en mi pueblo como papa chorreada) y huevos hervidos con su cáscara habitual, esto se vendía en los descansos y el dinero de la venta la tomaba un compañero de aula que había sido elegido tesorero por el grupo, este dinero era para los gastos del salón como tiza, almohadillas para borrar el tablero o pizarra. Aún así con las dificultades del centro educativo siempre hubo clase y jamás conocí una huelga por inconformidad.
De los compañeros de la época recuerdo con facilidad a mi mejor amigo por ese entonces Juan Gómez, a Yolanda Guerrero, Roberto y Lacdimiro Prato hoy Grandes Amigos, Jesús Buitrago, Archila no recuerdo su nombre, Rita Parra ,  Elsa no recuerdo su apellido, Willian y Argenis Mora.
En horas de descanso jugábamos dentro de la maraña o monte que había a su alrededor y nos adentrábamos en un lugar que de niño me parecía como una casa embrujada, era el rancho viejo de una folclórica mujer mendiga y bastante pintoresca que tenia su morada cerca a una laguna natural que parecía un pantano come niños, jamás me acerque tanto y en medio del miedo llegábamos a gritarle su nombre para enojarla  y luego correr despavoridos. Ella, la Catarnica como se le conocía no era mas que una mujer pobre a la cual acompañaban una decena de perros en sus ambulantes y pedigüeños recorridos por la Villa, pedía limosna por los alrededores tanto para ella como para sus preciados canes.

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