sábado, 2 de agosto de 2014

Pag-23 No hay mejor forma de pasar los días, sin que este capitulo de la historia nos afecte, y es simplemente retrocediendo la cinta de este vídeo sin fin de nuestra memoria, digo sin fin pues porque aunque se nos asesine siempre habrá una generación nueva contando cada cosa que acá pasó. Esto que escribo no es mas que un relato de lo que sucedió  y aún sucede en mi pueblo, tantas cosas bonitas y tanta oscuridad de la guerra. Pero cuando llevo ya muchos renglones basados en tanta crueldad creo contagiarme de tristezas y recurro a mi antidepresivo natural, el recuerdo hermoso de mi tierra. Colombia que no todo es malo, que amanece en tantos días con ese sol inmenso, es un país luchador, trabajador, optimista y sobre todo muy creyente en Dios. Norte de Santander que no todo es guerra, es un departamento lleno de historia patria, acá su hijo mas ilustre Don Francisco de Paula Santander, padre de la leyes y precursor de la independencia nació bajo este cielo rosariense y lo llenó de gloria. Villa del Rosario su cuna heroica que no todo es tristeza es un municipio acogedor de gentes amables y de buen trato. Diría yo que amo tanto a esta patria que si de morir peleando me halla destinado esta vida sea por esta tierra bendita que me vio nacer. Un veinte y tres de marzo de mil novecientos setenta y dos, mi madre me trajo a este mundo, en un hogar modesto, sin lujos, pero donde se derrochaba el amor y la sinceridad. Nací en una casa de campo, con un terreno de poco mas de ocho hectáreas, de nombre La Uchema, por cierto siempre me pregunté de donde salio este nombre. Sus calles aún hoy día son improvistas de pavimento aunque en el ministerio de vías crean que está totalmente pavimentada; muy cerca de allí se encuentra una escuelita que lleva el mismo nombre(Escuela Rural La Uchema) donde cursé mi primer grado de estudio básico con una profesora de nombre Rosa a la que no recuerdo su apellido, lo curioso era que los cinco grados estaban instalados en un mismo salón con su única profesora. Recuerdo que la docente hacía una pregunta y al terminar, decía en tono fuerte el grado, para no confundir a los alumnos de otros cursos. En los lapsos de descanso de la jornada escolar solíamos jugar escondite dentro de los matorrales verdes y frondosos que quedaban junto a la escuela, o jugábamos triquecho algo que consistía  como el tic-tag-toe, pero este era sobre el piso en un cuadro en el que se trazaban lineas de esquina a esquina y luego otras por las dos mitades, era para dos personas pero en vez de poner X u O se colocaban  piedritas de diferente color hasta completar la linea que era de tres puntos y por igual tres piedras. De regreso a casa nos esperaba una madre amorosa siempre presta a ayudarnos en las tareas o trabajos de escuela, mi buena fortuna era que mi madre había sido docente de un centro educativo en Arboledas, una región del mismo Norte de Santander de donde era oriunda. Recuerdo que por las noches una vela alumbraba la habitación y en la sala y cocina una lampara a gasolina marca coleman eran las que mejor daban claridad. Pero particularmente me gustaban mas las velas pues al quedar sobre la mesa de noche, nos brindaba la oportunidad de manipularlas y con nuestras manos diseñar imágenes con la sombra a las  que le aplicábamos movimientos para hacerlas mas reales.