miércoles, 30 de julio de 2014

Pag 21- He comprendido con el paso de los años que este miedo que uno siente ante las armas rígidas y llenas de sangre, colgadas en hombros de seres humanos, en su mayoría ansiosos de poder y traumatizados por una guerra fría y sin objetivos ideológicos, no es un miedo enraizado a la cobardía. Acá, muchos murieron exigiendo lo que merecían, gritando libertad, pidiendo respeto, buscando protección del estado, pero siempre de pie y con la frente en alto. Murieron ellos advirtiéndonos a nosotros que la voz del pueblo es aún mas fuerte cuando aún existe patria y amor por ella, y la verdadera historia de este país es que algunos ya no sienten amor por ella o se lo silencian a punta de plomo y represión. El día que los dirigentes sepan lo que es vivir en medio de la guerra, entenderán que tan fuertes somos los que callamos nuestro dolor de patria, los que amanecemos viendo la sombra de un fusil asesino que contrasta con el sol naciente lleno de brillo y generador de vida. Acá los que hemos sobrevivido en ocasiones nos sentimos cobardes ante la vida y caminamos con el peso de habernos permitido tanto daño, somos víctimas y jamás nos calificaran como tal, hemos vivido la guerra en las aceras de nuestras casas, hemos visto vulnerar pensamientos, ideologías, sueños, y aún así no somos víctimas para un estado que reconoce como postulados a ese beneficio irrisorio, solo a aquellos que perdieron la vida. En mi concepto propio, en medio de mi ignorancia, víctimas somos todos los que vivimos la guerra y la soportamos; no hay peor pérdida que la  misma libertad, que sin ella nos asesinan la misma vida ya que no somos, ni estamos, en condición de caminar con rumbo propio y nos toca callar como el propio muerto o emigrar y perder todo lo que un ser humano, hijo de una patria noble merece, su libertad. Callar al pueblo es asesinarlo en vida, es cercenarle de tajo su voluntad y su propósito. A cuantos nos tocó irnos de este país, y ese amor por la patria y ese sentido de pertenencia que llevamos en nuestro corazón por esta tierra magnífica nos hizo regresar quizás con el mismo temor pero llenos de experiencias y logros en tristes batallas, pulidos por la misma desgracia, tallados en piedra después de tanto sufrimiento y soledad. Acá estamos arriesgados a todo, con un esfero y una hoja de papel, escribiendo la historia cruda de un país soñador, hermoso, lleno de cordilleras y bio-diversidad, cálido y lleno de esperanza en medio de la guerra. En ocasiones creía yo cuando tuve que emigrar, que este mundo era totalmente estático cuando me percataba de tantos seres que no emprendían el camino del devenir al ser, para mi concepto: carentes ellos de esperanza y hoy después de 14 años de guerra insensata, entiendo que solo aguardaban como yo la oportunidad de volver a sus caminos en busca de sus propios cauces. "Aprendimos a vivir en medio de la guerra en un país que lleva mas de medio siglo soñando con la paz". (Isayo)

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